miércoles, 24 de abril de 2013

Legué al bar cuando terminaban de reponer (por enésima vez) un capitulo de "Los Simpsoms" y empezaba el informativo.
Me senté en la barra y pedí una cerveza. No conocía a ningún parroquiano asi que me dejé sodomizar por la TV mientras bebía.
A mi lado, un obrero, terminaba de comer la ensalada de col del menú y rebañaba el plato con pan, mientras espiaba de reojo la pantalla...-hijos de puta...!-murmuró mientras el periodista explicaba los nuevos recortes presupuestarios del gobierno y las rigurosas medidas de austeridad que, aunque a primera vista parecían malas, en realidad eran peores.
El aceite de la ensalada le caía por la comisura de los labios y avanzaba veloz hacia la barbilla como un brillante rio serpenteando entre los pelos de la barba y los pegotes de cemento. Estaba por ofrecerle una servilleta cuando advertí que se  había quedado estático, absorto escuchando al ministro de economía que en académicos y rebuscados términos, estaba explicando a la audiencia el tamaño de la pija que les estaba por meter (para que cada uno fuera dilatando según su necesidad).-Hijos de puta!-repitió.
Solo recuperó el movimiento cuando empezaba la publicidad, como saliendo de una profunda reflexión, solo entonces se limpio el aceite de la boca.
El camarero se apuró a poner el segundo plato, unas albóndigas que echaban humo y papas fritas. El hombre miró el plato con hambre canina. Se frotó las manos y busco los cubiertos entre la montaña de servilletas sucias que había ido desparramando por la barra,que junto con las que había tirado al suelo conformaban un espacio propio, un territorio por así decirlo..
En la televisión vendían cosas mientras él, se quemaba con una albóndiga enorme que paseaba de un lado a otro de la boca al tiempo que soplaba y aspiraba escandalosamente, abanicándose con las manos en un claro mal intento de refrigerar el material-...su puta madre! ta caliente!- maldijo.-Es que las hago al fuego- intervino con malicia el camarero que también lo observaba divertido como se abrasaba.
Para cuando terminaron las noticias ya había comido con Bárcenas, una guerra, los coreanos, el rey, Corina, dos atentados, cien muertos, cuatro goles , un récord mundial, dos violaciones, seis estrenos y los datos del tiempo.
-Ahora viene!-dijo, y se le iluminó la cara-"Es la ilusión de todos los días"-parafraseaba el eslogan, mientras le mostraba al camarero el cupón de la O.N.C.E.
El camarero no le dio mucha pelota y siguió fregando los vasos como lo haría un robot, con la mirada perdida pero en dirección al cliente.
-Vamos cieguitos!! vamos!!...20345 mira Juan!-se dirigió al camarero que seguía en su hipnótica postura-...si me los saco te invito a Cuba con todo pagado!!- estaba pletórico, exultante. El vino de la casa lo había desinhibido, hablaba alto, gesticulaba mucho y no dejaba de auto alentarse en pos de un futuro mejor, en el que la vida le sonreiría..habló inclusive de donaciones...
Salió el 49683. El camarero lo miró, y le pasó el tique de la cuenta-Que se le va a ser! otra ves sera lo de cuba!- lo animó el camarero.
El otro parecía no creérselo,seguía atónito mirando alternativamente el cupón y el numero premiado en la pantalla de televisión. Extendió la mano para recibir el cambio, lo guardó en el bolsillo.-Bien ciegos están estos hijos de puta!!-maldijo... y se perdió por la puerta.